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Pirotecnia a pequeña escala

La brevedad de un cuento no radica solamente en su tamaño, sino en su poder sintetizador, es decir, en su cualidad de lograr con pocas palabras el efecto explosivo que la novela alcanza a través de cientos de páginas. En ese sentido, podemos decir que el libro La Brevedad Constante, de Josué Barrera, es un conjunto de pequeños pero potentes explosivos literarios.

Me gusta pensar que las narraciones cortas, al igual que los poemas, se encuentran escondidas de manera sutil en nuestra vida diaria; algunas en la superficie de los días, otras asomándose desde los resquicios de la rutina; todas esperando que los sentidos del escritor capturen su esencia y la plasmen en letras que después se materialicen ante los ojos del lector.

Reafirmo esta idea sobre los cuentos cortos cuando al abrir el libro de Josué, saltan de sus páginas historias como la de un águila que vuela sobre un edificio a sabiendas de que su destino es convertirse en escultura de palofierro. O el relato de un payaso que se confiesa pedófilo en plena fiesta infantil, y aun así, nadie le pone atención.

Podemos notar que detrás de cada texto incluido en La Brevedad Constante hay un ojo incisivo que, además de observar minuciosamente situaciones aparentemente normales, las cuestiona y critica, explorando sus causas, imaginando sus posibles consecuencias y en algunos casos, llevándolas al extremo, todo esto quizá, con la intención de darle un sentido a la realidad humana.

Asumo que de dicho ejercicio nacen textos como el de la mujer que acude a terapia con su marido sicólogo a fin de pasar tiempo con él, y el del sujeto que despierta con los ojos en los pies y los dientes en las manos, por mencionar otros ejemplos.

Los 87 textos incluidos en esta antología abordan temas diversos como la relación de pareja, las creencias, la inseguridad pública, la rutina diaria, la moral, la violencia, las noticias, el oficio de escritor, los accidentes, las escenas urbanas, entre otros más.

Cabe mencionar que uno de los tres apartados que conforman el libro comprende sólo historias inspiradas en el ejercicio docente, una de las facetas profesionales de Josué Barrera. Y es que es imposible que algo del escritor, al menos una mínima parte de su esencia, impregne sus cuentos. Así que tampoco es de extrañarse que muchas de las historias incluidas en el libro hayan sido filtradas a través del enfoque de sicólogo, escritor y maestro en ciencias sociales, otras tres facetas de su autor.

La lectura de los cuentos incluidos en La Brevedad Constante fluye gracias al acertado manejo de recursos narrativos como las voces, los puntos de vista y los tiempos de la narración, que, se percibe, son de conocimiento y total dominio del autor.

Una última reflexión que confirmo al leer este libro es que la literatura es siempre una válvula de escape a través de la cual el escritor vacía un poco de su contenido: dudas, miedos, alegrías, ansiedades, y otros sentimientos, en un intento por aligerar su carga, comprenderse y comprender al resto del mundo.

Asimismo, el lector puede encontrar en la narrativa un espejo donde reconocerse, donde ver sus propios vacíos e inquietudes, y donde tomar material para resolver dudas, reforzar creencias, suturar heridas.

El estallido de las brevedades literarias tiene un efecto que suele estimular la imaginación, así que será sorpresa que tras leer La Brevedad Constante queda como hábito encontrar pequeños cuentos en todas partes y a todas horas.

Josué Barrera (2011) La Brevedad Constante. Universidad Autónoma de Coahuila

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