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De la pantalla al libro

El espectador siempre parte de una premisa: en la televisión no sale cualquier persona, por tal motivo el que ocupa la pantalla es alguien que ha ganado su lugar en ese espacio privilegiado. Hoy en día la televisión, aún con la presencia de internet, ejerce una clara influencia en la construcción de la figura pública por parte de personas que intervienen en espacios televisivos tocando temas diversos como es el caso del arte y la cultura, dándoles un rol de especialistas, de personas “cultas” e incluso llamándoles “intelectuales”.

México es un país que está ligado de manera estrecha con la televisión desde la aparición de esta tecnología, ante lo cual no es de extrañarse que en el siglo pasado escritores como José Vasconcelos, Juan José Arreola, Ricardo Garibay y Alejandro Aura, participaran en programas de debate y reflexión (Vasconcelos y Aura), o en su caso grabaran programas individuales en torno a un tema en específico (Arreola y Garibay).

Cada uno de estos escritores llegó a la pantalla chica teniendo el respaldo de una obra literaria. Todos podían abarcar una gran diversidad de temas e incluso desviarse siempre y cuando siguieran con reflexiones eruditas o citando a autores poco conocidos. Octavio Paz o Carlos Monsivais no tuvieron un programa a su cargo pero son conocidas sus participaciones en la televisión de otros países e incluso sus intervenciones en algunos espacios en Televisa.

Hoy en día parece ser que el camino es inverso. Diversas personas son catalogadas como personas “cultas” y/o “intelectuales” por sus intervenciones en televisión y no por su obra escrita. Algunos nombres salen del Canal 22 y van desde los integrantes del programa La dichosa palabra hasta el carismático Pepe Gordon. Nicolás Alvarado entra también en este grupo, pero quizá su caso sea diferente ya que también ha intervenido diariamente en un noticiero de gran audiencia hablando sobre temas en relación con el arte, demostrando en cada una de sus intervenciones un gran conocimiento cultural, aunque solo se limite a la difusión.

La diferencia con los casos de Arreola o Vasconcelos, es que Alvarado y sus compañeros de canal no los respalda una obra literaria o de crítica consolidada, sino que se han ganado ese mote de “cultos” o “intelectuales” por su presencia en la televisión. Son respetados por sus apariciones audiovisuales (televisión, radio y podcats) sin ser leídos. Son personas “cultas” por lo que dicen frente a la pantalla y no por la relevancia de su obra escrita. De los medios de comunicación saltarán a los libros y no viceversa, como era lo tradicional: donde lo impreso pesaba más que lo proyectado.

foto: Television por Medhi

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