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Toros de Queroseno (I)

Este barranco desierto

un beso manco que busca la estampida

en la esquina de tantos avisos rotos

y el punzabeso

desde las hojas graves del poema acribillado

muerde cabisbajo

al miedo del hombre que falla de nuevo

antes de que clausuren las mañanas

 

 

 

La muerte alta y blanca

que tanto abisma al eco

espera en  la herida de un bolsillo

o en el fondo de una confusa

poseída  en la viuda agonía de la separación

para dar el beso plata con su guadaña

 

 

 

Despunto el dolor del destierro

al filo de la guerra

monto

entre los dedos

una torre

deshuesada y sin manijas

una pila artificial

donde sumerge el arenero

para que se estanque el viento

se agrie la miga sobre la mesa

se pospongan las noticias de los muertos

y las esquelas sean postales

para enclaustrar los ojos

en una cama sin motivos

antes de que mas distancia

nos cruce entre visiones

 

 

 

Estoy cansado de imitar el lamento de los vivos

la perspectiva del faro viendo a los barqueros

un estrobo que pende inquieto del cuello de la luna

y no sabe el tribal si se acongojaron las estrellas

o si es la deidad que tiene espejos

en su  persecución infame

de los hoyos quietos

en la memoria de nuestros callejeros

 

 

 

Se injerta el ansia canina

en la tirada malparida del cuaderno

los dolores no son a pico y letra

son bueyes sudados a sangre recia

paneles en medio de un náufrago inválido

tajado por la agonía atlántica

decapitado en la pica del deseo

del Todo nómada que se refugia en el infiel difunto

y anochece  a sombras la psicofonía

porque busca el masoquismo

el móvil para seguir con pulso

 

 

Decías del abandono del musgo

en el rabillo de un calzón roído

del nómada que como el mundo

carga sobre la memoria paralela

un mismo escape y muerto

 

Decías de una represa contenida

en la tinta que de a poco hidrataba su memoria

así como el enterrador aguija su alma

por ser sustancia de la cama  que clava el tiempo

por ser del cuerpo un jacal para la siembra

de coronas y bocanadas de cemento

de la tierra que condimenta el sueño

la que nutre

a la gente que se aleja

One thought on “Toros de Queroseno (I)”

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