Poemas varios
Angel Orozco
Hasta el próximo adiós (el antes del después)
Una caminata nocturna y sin rumbo
para olvidar lo inolvidable,
para soñar despierto la alternativa,
para picarse el ombligo sin culpa alguna…
aquí el viento se lleva un carajo.
Eduardo Madera
Hay toneladas de lagañas
en los ojos de mi alma genérica,
y la posibilidad de convencerme de lo contrario
termina siendo un pretexto que invita al olvido:
soy un juguete con rabia y sin garantía,
soy la primera mentira de un mitómano virgen,
soy vómito de silencios compartidos,
soy pantano de promesas sin fondo,
soy el último muerto aburrido.
Las palabras menores se pudren por dentro
y ni siquiera el hedor nos despierta:
aquí no queda ni Dios.
Me pregunto qué pensaba Benedetti
cuando proclamaba que nuestro amor fue desde siempre un niño muerto;
hasta qué punto la muerte se impone
como obligada semilla de anulación
de la empatía caducada
¿Fue entonces también nuestro amor desde siempre un niño muerto,
un cadáver en gestación?
Exijo una autopsia con tintes de cesárea
más allá de las letras, las lágrimas y el tequila;
exijo que me traguen los kilómetros,
las luchas en la Coliseo,
las goyas los domingos,
los embotellamientos progresistas,
las marchas y protestas cotidianas,
los jipis gruesos y sus tamborcitos cagados,
los suspicaces hijos del CGH,
la Cineteca y su café,
las ruidosas y deliciosas noches en el Alicia,
los anarcopunks del Chopo…
que me traguen de un bocado
antes que me alcance la húmeda y amorfa duda,
las ganas de soñarte y fumarte desnuda -y no tanto-
hasta el próximo adiós.
Naufragio (pasado continuo)
No hay rincones obvios
donde esconder el espejo roto de rabia deshidratada
con intenciones de catástrofe.
Pido amnistía sin hígado culposo
pero el mal sabor de boca de ese pretérito lineal emergente
declina ante el hundimiento del barco
que navega con bandera de pendejo.
Ya no quedan sino olvidos diplomáticos
con una crisis en ruinas y escombros sintomáticos
con argumentos de nostalgias naufragio
y encuentro por último una amnesia actualizada
flotando en las alcantarillas con rumbo fijo hasta allá,
hasta la chingada de lejos y del no me acuerdo.
Accidentes (después del antes)
Frente a los accidentes del verbo
y la morfología catastrófica,
redundante y cíclicamente impredecible,
te recuerdo que la evocación vive expirando
e instalada desde ya-siempre
en la distancia ajena de la memoria-historia caducada.
El presente pretérito descaro de la insistencia de los ayeres
ha caído en silencio al pozo seco de los olvidos deshidratados,
de los ya es suficiente, ya fue…
no esperes entonces el eco quejumbroso que delate el olvido.
El olvido indiferente y despistado es marea vieja:
uno no entra dos veces al mismo río y se ahoga por segunda vez;
el movimiento no es un espejismo premeditado o improvisado
que engañe sin remedio ni antídoto a los sentidos.
Te percibo libre,
completa y enterada,
te percibo continua,
total,
te exploro ajena a chuequeces disonantes,
me regalo a tus manos vanguardia,
nos entrego a mis manos andantes que saben lo que quieren:
un gusto por tu piel
y una tranquilidad en este ahora
que se comparte y se cosecha desde ya.
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Angel Orozco”