Kindle
Hace tiempo escribí en mi blog personal un artículo sumamente entusiasta sobre el Kindle de Amazon, el lector electrónico de libros que sigue siendo el más popular del mercado. ¿He cambiado de opinión después de más de un año de utilizarlo? No, pero ahora puedo ofrecer algunos detalles más finos y algunas implicaciones que creo que este aparato ha tenido en mi vida y la de los demás.
Volvamos a lo básico: El Kindle es un dispositivo muy parecido a las llamadas “tablets”, que en lo personal no me llaman la atención. Las tablets son casi una computadora, pero no tienen la funcionalidad completa. En realidad necesito un teclado físico para ser productivo en la computadora, pero quizá es manía mía ya que crecí en la época del MS-DOS y uso Linux. Veo que mucha gente es muy feliz con su iPad y otro tipo de tabletas. Qué bueno. En lo particular, no los envidio.
Pero el Kindle no es una tableta, es para leer libros. La pantalla es opaca, no tiene iluminación, y el fondo no es totalmente blanco, es más cercano al gris. Esto la hace sumamente cómoda para leer durante largos periodos de tiempo. No cansa la vista como un monitor o una pantalla de celular. Ese es el gran secreto de su éxito. Cuando gente random me ve leyendo en el Kindle y les explico lo que es, lo que más les llama la atención es la pantalla. Todos quieren tocarla, esperan que sea touchscreen, pero la de mi Kindle no lo es. Acaba de salir una versión con touchscreen, que en lo particular no me interesa mucho que digamos. Soy feliz con los botones.
Acepta formatos comunes como txt y pdf. También otros especiales para el Kindle como el MOBI o AZW. Lamentablemente no tiene soporte para el formato libre ePub, pero siempre se pueden utilizar programas para convertir, como Calibre.
De lo que realmente quiero hablarles es sobre todo lo que ha cambiado en mi vida a raíz del Kindle, y no ha sido poco. Mi colección de libros ya no está creciendo. Cuando requiero algún libro, busco en Internet por todas partes hasta que lo encuentro. Si no aparece por ningún lado, lo compro, pero esto es cada vez menos frecuente. Es una realidad agridulce que la piratería de los libros es impresionante hoy en día, y muchísimos volúmenes ya se encuentran disponibles en Internet. Otros muchos libros se ofrecen de manera gratuita con una licencia Creative Commons, pero no son mayoría.
En español todavía no hay gran cosa. Las editoriales mexicanas o españolas todavía no brincan al vagón, y rara vez ofrecen versiones digitales. ¿Se imaginan leyendo en el Kindle libros de Anagrama o Almadía? Interesante. Lamentablemente todavía tenemos que comprarlos en librerías, y por desgracia muchos libros se imprimen en España, por lo que tenemos que pagar el costo de transporte y la plusvalía que decida añadir la librería. No son nada baratos en esta parte del mundo.
Lo que más me llama la atención es la increíble resistencia que existe a este nuevo modelo de distribución de libros por parte de muchos lectores. Ya son un cliché las frases: “Me gusta el olor de los libros”, “me gusta tenerlos ordenados en mi librero”, “me gusta que acumulen tierra.” Todas esas frases, me disculparán, pero me suenan increíblemente fetichistas. Yo ya ni tengo dónde poner tantos libros y el Kindle ha sido una bendición que me ha permitido seguir viviendo, leyendo mucho y no terminar como las personas que salen en el programa “Acumuladores”: Sepultado bajo mis propias cosas.
Cada que me mudo de casa es una tortura mover todos mis libros. Ahora he estado buscando reemplazar mis libros físicos por versiones digitales. Aún así, creo que el Kindle nunca los reemplazará por completo. ¿Ustedes pensarían que los discos de vinil reemplazarían a la música en vivo? ¿Un walkman a un estéreo? ¿Un sintetizador a un piano? Claro que no, sería una tontería pensarlo. De la misma forma, es una tontería pensar que el Kindle reemplazará a los libros en papel. Sin embargo, muchos lectores y escritores tradicionales tienen ese miedo. Por eso salen a relucir las frases románticas de amor al libro y desprecio a la “nueva tecnología.” Sospecho que el mismo miedo causó la imprenta de Gutemberg, pero funcionaba y muy bien. ¿Volverían ustedes al pergamino? ¿A la biblioteca de Alejandría?
De cierta manera, el Kindle intenta emular a la biblioteca de Alejandría. Nos promete traer todos nuestros libros en un conveniente aparatejo que podemos llevar a cualquier parte. Y funciona.
Ahora, ¿hay desventajas? ¡Claro que sí! Bastantes, diría yo. Navegar dentro de un libro todavía es increíblemente inconveniente. Si estamos leyendo una novela, y nuestra lectura es por diversión, no tendremos demasiados problemas. Avanzaremos página por página, leyendo linealmente y seremos felices. ¿Qué pasa cuando se trata de un libro de referencia o un texto que es de tarea? Necesitaremos subrayar y volver a pasajes importantes varias veces. Estas características todavía no se encuentran del todo pulidas.
Se pueden subrayar los libros, pero me he dado cuenta de que, mientras más libros tienemos en el Kindle, el proceso se hace más lento. Podemos presionar el botón para aplicar el subrayado y esperar unos buenos diez o veinte segundos a que se apliquen los cambios. Es sumamente desesperante.
La pantalla es muy lenta. Pasar de una página a otra puede tardarse como medio segundo, lo cual no suena a mucho, pero imaginen recorrer treinta páginas. Es mucho más rápido hacerlo en un libro de papel. Igualmente, si vamos a un punto subrayado y queremos saber bajo qué sección del libro se encuentra nos enfrentamos a otra pesadilla. En resumen: A la navegación le falta mucho para ser fluida. Esta es la carencia que más me molesta, ya que utilizo mucho el Kindle para trabajar en los textos de mi tesis de maestría.
Pero no todo es malo: Tiene otra opción que se llama “Notes and marks” que nos permite ver únicamente los pasajes que hemos subrayado. Eso mejora la vida de cualquier lector increíblemente. Uno puede ir leyendo mientras subraya y al final ver el compilado. Es sumamente revelador, como si hubiéramos creado un “best of.”
Una duda que yo tenía es dónde se guardan todas mis notas. Por cada archivo donde uno subraya se crea otro archivo del mismo nombre y diferente extensión que es donde se encuentran almacenadas nuestras notas y subrayados. Si quieres conservarlas, debes guardar ese archivo en un lugar seguro. Si te roban el Kindle con cientos de libros y notas, será un golpe doloroso.
Y aquí viene el mayor consejo que puedo darte: Respáldalo seguido, muy seguido. Nunca sabes cuándo podrás dejarlo olvidado, cuando te lo robarán o te sentarás encima de él y se romperá. La tecnología digital sólo es más inconfiable que el papel cuando no sabes cuidar tu información. En serio: Respáldalo. Cada que puedas copia todo el contenido de tu Kindle en un lugar seguro. Si tus libros son comprados, el contenido se respalda automáticamente en los servidores de Amazon, pero yo no confío en la nube, así que hago mis propios respaldos.
Otro consejo: Proteje tu aparato con contraseña. Mucha gente utiliza el estúpido argumento de: “No tengo nada importante, ¿qué me importa que vean lo que tengo?” para no proteger nada con contraseña. A esa gente se le olvida que también te pueden borrar tus libros, cambiar la página en donde estabas leyendo, añadir notas que tu no pusiste e incluso hacer compras a tu nombre en Amazon. Esas son las posibilidades que se me ocurren, protégelo por las que no se me ocurren.
No crean que no me preocupo del porvenir de aparatos como este. Una amiga me comentaba, con justa razón, que cuando llegara el apocalipsis zombie, nos quedemos sin electricidad, las personas que tienen libros de papel se sentirán triunfantes de que no dependen de una infraestructura tecnológica tan compleja para leer un simple libro. Quizá en un futuro Amazon deje de fabricarlos, quizá haya un apagón de muchas, muchas horas que nos deje sin acceso a Internet y electricidad y el tener todos mis libros en formato digital saldrá contraproducente. Quizá los formatos queden obsoletos y sean ilegibles.
Todas esas son posibilidades reales, por más descabelladas que suenen. Sin embargo, la mayor parte de la gente olvida que los libros en papel también requieren una una infraestructura tecnológica muy compleja: El papel no se fabrica solo, se necesita tinta, imprentas, servicios de transporte, etc. Hemos dependido de una red tecnológica para nuestra lectura desde hace muchos, muchos siglos. Somos dependientes de la tecnología, pero a la vez nos ayuda muchísimo.
La solución a esto, creo yo, son las tecnologías libres, los formatos abiertos. La apertura. Amazon, para protegerse (inútilmente) de la piratería, ha colocado sistemas DRM en sus libros para que no puedan ser compartidos entre los usuarios y requieran ser comprados en su tienda en línea. Eso es lo que me ha ahuyentado de comprarles más. Sólo he comprado como cuatro libros, y tres de ellos me costaron un dólar. Mientras sigan con sistemas DRM no les compraré, ya que siento que estoy tirando mi dinero a la basura. En cualquier momento lo podrían borrar de mi dispositivo o descontinuarlo, dejándome sin acceso defintivamente.
Por lo pronto, el Kindle y yo somos inseparables. Siempre cargo conmigo un reproductor de MP3 y el Kindle. En cualquier lugar puedo continuar escuchando los programas de radio que me gustan, y la lectura que necesito hacer, sin necesidad de cargar con un grueso volumen con muchas páginas. Yo en verdad les recomiendo que prueben usar uno de estos lectores electrónicos, verán que se aproximarán a la lectura de una manera diferente. Quizá leerán más, y libros que ni siquiera pensaron que les interesarían. Algo que fomente la lectura me parece algo positivo, no hay que tenerle tanto miedo. Un poco de reserva, si, pero miedo no.
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