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Sacudidas.

Ha pasado un mes desde que el terremoto azotó a la ciudad de Mexicali y las conciencias de los habitantes empiezan a recobrar cordura. Cada individuo retoma su ¨vida común¨, los quehaceres cotidianos vuelven a la ¨normalidad¨. Desde aquel domingo 4 de Abril muchos mexicalenses no volveran a ser los mismos, según especulan reporteros de televisoras establecidas en la localidad. Sin embargo y sin caer en la tentativa de la estadística de los estudios de comportamiento social, intuyo que la mayoría de la gente sigue manteniendo cautela a los fenómenos naturales de este tipo. Cierta perspectiva es infundada en lo positivo debido a que nos encontramos en alerta a ello, sin embargo se mantiene un alojamiento a la psicosis del caos. Sabemos que los medios de comunicación son cada día más producto de una realidad mercantilista y a su vez propagación de campañas de medio y terror. Sin exageraciones, me he llegado a encontrar con casos donde personas me han comentado que en los instantes del terremoto vieron de cerca sus últimos minutos donde arremetieron con todo para pedir perdón por sus pecadillos cometidos en esta vida terrenal. Otras personas aprovecharon para reflexionar sobre los castigos, sacudidas y señalamientos de la divina providencia, algunos otros tantos le adjudican una llamada de atención por parte del medio ambiente. Lo que llego a deducir y sin ofender la creencia e ideología de nadie es que el ser humano es una diminuta pieza que puede ser aplastada por los antojos de cualquier fenómeno natural, eso sí me queda claro y comprobado.
No cabe duda que después de todo este embrollo la vida en la ciudad y en el Valle de Mexicali la transformación será latente.
Siniestramente debo confesar que esto es una lección para tomar con mayor seriedad simulacros de sismo, utilizar mayor calidad a la infraestructura de edificios y casas, además de tener una instrucción adecuada sobre cómo actuar ante este tipo de siniestros. En definitiva los que presenciamos este acontecimiento tendremos algo que contar a las generaciones venideras.

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