La ciudad antes del alba, de Imanol Caneyada
Hace algunos días, en un ejercicio de trabajo, estuve repasando ciertos textos de otros autores que tenemos bien identificados como: Carver, Cortázar, García Márquez, Vargas Llosa, entre otros donde comparten su experiencia o su sentir, respecto al proceso creativo; lo que sí, lo que no y más que una lista de tips, son amables sugerencias para que los noveles (como es mi caso), nos evitemos uno que otro tropezón y que más allá de creer en la magia, la inspiración y todos santos que se le atribuyen al escritor, nos enfoquemos en eso que hace que todas esas mentiras que contamos, no sólo parezcan verdad, sino que lo sean, es decir trabajar en El Oficio.
Hay algo que me encanta de la literatura, y en general de este género que es el cuento: eso que se que logra cuando, guiados por la artimaña de un escritor hábil, nos deslizamos a realidades que debieron ser escritas así, para beneficio y gozo de todos, tal como lo dice Vargas Llosa en un texto: “… La vida que las ficciones describen – sobre todo, las más logradas- no es nunca las que realmente vivieron quienes las inventaron, escribieron, leyeron y celebraron, sino la ficticia, la que debieron crear artificialmente porque no podrían vivirla en la realidad, y por ello se resignaron a vivirla sólo de la manera indirecta y subjetiva en que se vive esa otra vida: la de los sueños y las ficciones…” Y esto va, a que en este libro se identifica de manera inmediata el oficio del escritor, más allá de estilos y etiquetas que puedan ubicar aquí o allá la naturaleza de los cuentos, tenemos 6 historias que le atan los tobillos al lector, que lo retienen bajo su consentimiento para presentarle escenas que se amasaron con precisión, y que concentran en su mayoría gran intensidad.
Imanol nos da la oportunidad de visitar el circo de la vida, un espectáculo de esperpentos que visten, caminan y sudan como esperpentos. Nos abraza con una narrativa que nos hace respirar en calles que exudan inmundicia, alzarnos en un par de tacones, dormir en habitaciones sofocantes, portar un arma en nuestro pecho, y con ella, todas las ilusiones muertas. Estos espantajos están sembrados en las calles, en los recovecos de las ciudades, son seres atormentados que viven día a día hundidos en la sordidez. Así nos encontramos en su cuento Saudade, enmarcado en esa palabra de la cual carecemos en el español y que nos habla de la profunda melancolía, la dolorosa remembranza; un refugio habitado por una mexicana flaca que le reza a la virgencita de Guadalupe, a un nicaragüense que quiso ser boxeador, dos lesbianas costarricenses y un exmilitar guatemalteco con pesadillas de indígenas descuartizados y niñas violadas en aldeas remotas.
Vamos a los largo de estos cuentos encontrando personajes bestiales, que confrontan los temas universales de muerte, venganza, envidia, incluso amor; pero todos ellos trastocados en una realidad que no los sobrepasa, sino que ellos se han ceñido a la realidad para hacerla aún más vulnerable, para inflingirla y construir estos submundos, esta Ciudad antes del alba, que pudiera ser una metáfora. Es decir antes ¿de qué? De las pérdidas, de los reencuentros, las ignominias; ¿antes de develar o caer en las trampas? Imanol nos sitúa en todos estos escenarios. No es una suerte la premiación de este trabajo, es el reconocimiento de escenarios y planteamientos bien trazados por el autor.
Llama mi atención el uso del silencio en esta narrativa, es decir, sus personajes se concentran en actuar la mayor parte del tiempo, pero el narrador nombra el vacío a menudo, en frases como: “… En esta casa el placer y la tristeza se deben al silencio… […]… no es una mujer, es un fantasma que desaparece dejando un enredo de silencios…[…] … y los silencios entorno a aquella mesa de campo dispuesta bajo las farolas de un patio andaluz, llenaban cada vez más los ruidos de la noche… […]… Nos pidió un silencio de basílica y el nosotros, en aquella boca de labios tenues, dio paso a un yo y a una historia que no nos pertenecía…” Así que, intuyo que estos personajes actúan solos en el silencio, y van con sus propias luchas sobreponiéndose a su misma bestialidad, guardando siempre proximidad con el lector. Esto es algo que me ha dejado muy complacida, el esmero en que estos seres permanecen humanos, Caneyada los conserva intacto su registro elemental, los convierte en reales y hace que valga la pena la lectura, al fin de cuentas, sabemos que no me está contando algo que escribió, sino algo verdaderamente sucedió o que puede suceder.
Cuando asisto a una presentación, de manera inmediata y después de escuchar un corto (como es mi caso) o largo estudio de la obra presentada, me quedo con la interrogante y ¿De qué tratan estas historias?¿qué podemos encontrar? Bueno, les puedo comentar que hablan de un lugar llamado El Reencuentro, un pasadizo escondido en la ciudad, de una chica de un Table Dance que habita en refugio cristiano, de una ciudad que sorpresivamente es invadida de rumanos, de un tipo llamado León Azpilicueta que puede resguardar todo, de la cacería de otro llamado Blager y de un comandante de la policía judicial que se pregunta: ¿Por qué a los hombres les cuesta tanto trabajo creer que van a morir? Pero esto que menciono es un resumen simplista que no le hace mérito al libro, es en el tratamiento manejado, en las respiraciones, en esos silencios, en donde vamos a encontrar de qué tratan estas historias.
Así que lo mejor, como en todos los casos, es acercarse a estas letras, dejarse seducir por estas ambientaciones enrarecidas, que se extienden en el tiempo, mismo en el que sus protagonistas se asumen como una consecuencia imprecisa, como un presente inexorable y como un futuro incierto.
* La ciudad antes del Alba, recientemente recibió el Premio Regional de Cuento Ciudad de la Paz 2009.
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