Poemas heroínos
Frenético
Él llego donde las horas eran sus deshoras inmundas
arrancándose la cara
enfurecido
él aventaba su cuerpo a los espejos
y de la sangre brotaba su verdadero nombre
fantasmagoría en el feto de sus emociones
que lo hacían debatirse entre la noche y la mierda
su mirada tragó panoramas cercenados
sus ojos fueron
crepusculares caídas de suicidas desnudos
él se perdió bajo las nieblas de su hueco
los huesos de su risa
las hambres de su ausencia
junto a la pared se acumulaban sus delirios
como montones de cabellos negros
humedades le subían por las ranuras de la espina dorsal
supo robarse así mismo
heroinómano de su propio deseo
lo arrancó de su pecho
para admirarlo.
Silueta en callejón
Anatomía de saco de cemento que lo tocas
fangosidad cuajada sobre los secos orines
lárguense porque si no las despeina
les arroja su sistema óseo
quiere adentrar la jeringa en el sabor herido
desmantelar a topes la conciencia
quiere llorar con el cuerpo
hacerlo lágrima
porque pronto acudirá el gemido de su levedad
le tocará la espalda con el dedo.
Abandono heroínico
Veo la brisa colándose por la soledad de ese loquito alarido perseguidor de sus insuficiencias haciéndose como el que no ve pero sonríe mientras se lleva una mano a la desesperación para rasparse las costras de su desdicha deleitable manera de drogarse sin remordimiento ni pena en esta calle transitada por la indiferencia de lo que no debe verse porque contamina la tranquilidad de los corazones abiertos cual vena donde se perfora el loquito su alimento y se pierde entre las sensaciones inyectadas profundas como los ojos de un recuerdo que lo ve y le sonríe no sabiendo que él se regocija en la carnalidad de su abandono heroínico de momentos que no podrá controlar que no podrá distinguir porque su memoria se confunde con las gotas que van temblando en su sangre y le abren todas las fibras de su cuerpo
todos los poros de su ansia
a su placer.
Entre junkies
Volcada la basura
manchas viscosas del aceite
alumbrado público nostálgico
caras de ansiedad bajo él
paso vestido de la noche
y no distingo
si soy yo quien se ve en ellos
o ellos
quienes se ven en mí.