Niño
Hay un niño que siempre regresa en la herida de nuestro sol. Alebrije que retorna con espumas en su aliento, destejido en piscinas de insalvable nostalgia. Niño que es todos los niños, que desconoce adjetivos y sólo entiende de pronombres. Niño que mira conejos en la luna, cree en Santo Clós y confunde a las nubes con trineos. Niño enfermo de rodilla sangrada, que orina a todas horas y se atornilla a los visajes como requisito a lo agridulce. Con dientes de leche nunca muertos, con piel de mandarina, con amor al reloj estacionario de su tacto, jaspea su sombra sobre el patio.
Regresa después de las mil y una noches a ser disparate y no escenario, a ser casa y no barco mercantil en teflones de azul caritativo. Regresa el niño, a preparar su equipaje, marcha a donde el sueño paga adeudos y la naturaleza es solo un circo sin magos y sin gracia.
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