Entoné mi infierno con antelación
Desobedecí la orden de arrojarme al abismo de las horas, erré la caída de la noche y su lluvia de ceniza, la redención naufragó sobre la huida de la tarde, tejiéndome continuo a la hierba por el vientre y arrancando mis telarañas hacia las nubes.
Afuera tu sigilo es frío, tu cuerpo no es equilibrio de la última promesa, y la ventana herida cae en coma entre harapos y perros trásfugos de estirpe, morderán el abismo, devorarán mis horas.
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