cine-mata-grafías
Cine mata. Espectador: un ente mortuorio. Llegar a la sala es un acto suicida. Te sientas, la luz-ficción invade la pantalla-conciencia y desapareces. ¿La magia del cine? Hacer del espectador un fantasma.
Grafía mata cine. La crítica: un ente asesino. El cine, vuelto grafía por el crítico, siempre muere para entrar a un discurso-otro. Pero también la grafía resucita. ¿La función última de la crítica? Hacer de la grafía un proceso de resurrección.
Cine mata grafía. La meta: que el cine, pues, trascienda grafía. La crítica, entonces, un proceso alquímico. Un Dr. Frankenstein. Un bokor.
Grafía mata. Tras el proceso, el crítico desaparece. El cine trans-gráfico, resurecto: un monstruo que mata a su creador. El cine, pues, prevalece. Listo para volver a morir. Listo, también, para resucitar. El cine, de nuevo —su irrevocable condena, al menos mientras haya crítica—, una grafía y, con suerte, una trans-grafía. ¿La crítica? Cine entendido como infinita alquimia.
One thought on “cine-mata-grafías”