Hay que jugar de vez en cuando a estar muerto
a no ser carne, y deambular en carril izquierdo
atracando risas, fingiendo agonías fútiles,
hay que dejar de pensar por las mañanas
y empezar a vivir de noche cuando nadie tiene nombre.

Hay que vagar en las cabezas sin ser vistos
que todo muere cuando entra por los ojos,
no hay que pensarnos costales caducos
y dejar por un rato el olor a roto.
Hay que descansar de la gravedad que todo
todo lo arremete contra el piso
y encadenados a lo mundano buscar lo irremplazable,
la inocencia de tus manos, perdida
en el aleteo final de un colibrí.

Hay que procurar el miedo,
la infusión de preguntas transgresoras;
a reventar venas y matar ciudades
de hambre y ruido de vacío en avenidas,
hay que pensar en voz alta en el alba
y dejar morir el día solo
para tener nuestro turno, solo nuestro
sin distracciones, ni pensamientos, o gravedad.

Hay que dejarnos ir, que no nos alcance el cuerpo
y nuestro psique se desborde,
hay que irnos con la luz que esta viaja rápido
para explotar lo más pronto posible
y no aparecer con mascara lógica
pintada a caos controlado.

Licencia:

Creative Commons Reconocimiento-Sin obras derivadas 2.5 México