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Amalia es un Guamúchil verde

Cuando un autor bajacaliforniano toma como escenario Tijuana para su historia corre el riesgo de caer en el lugar común, en las historias fronterizas de narcotráfico, prostitutas o el tan aclamado cliché de la urbe multicultural que a los presuntos intelectuales tanto les gusta alardear, y sí, “Amalia no vendrá” (Fernando Vizcarra, 2007) tiene todos estos coloridos ingredientes al comenzar la lectura, mas si se le da el beneficio de la duda en cuanto a forma, nos obsequia una historia profundamente humana y una carga fuertemente conmovedora que atrapa.

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Vizcarra nos demuestra que una historia sentimental no tiene porque ser cursi, ni caer en autocomplacencias literarias. “Amalia no vendrá” es la historia de las complejas emociones de personas aparentemente sencillas, personajes cualquiera de una emulación de gran ciudad, fábula de la migración por vidas que nunca debieron conocerse, ni unirse, ni pertenecerse.

En una lectura lineal del texto vemos el nacimiento y el cenit de una historia de amor precipitadamente rasgada con la tragedia. Por un lado observamos la vida de Amalia al escapar de su esposo (el Guamúchil) junto a su pequeño hijo, la tormentosa llegada a Tijuana, “el peor lugar del mundo para comenzar una nueva vida”, y su inició-culminación en la prostitución, hasta llegar a tener una respetuosa y gloriosa vida que solo la amnesia de senectud puede ofrecer. En una línea alterna, en la vida del Guamúchil, al abandonarlo su esposa e hijo, éste se inicia en aquel otro oficio para los que no esperan ya nada: policía judicial. En su idilio de soledad y licor (una razón barata y chivo expiatorio de sus problemas) explora una profesión para suicidas y frívolos, donde irónicamente (y en teoría) existen algunos valores honorables dentro de los pequeños abusos diarios. En el caso del Guamúchil no encuentra esa redención que alcanza Amalia con la edad, y su falta radica en que él a diferencia de ella, no ha cesado su amor de juventud, y en secreto, cada día la espera, hay aquí algo de pureza, tristeza y al final resignación: Amalia no vendrá.

Amalia y el Guamúchil pertenecen a dos dimensiones muy distintas, pero los dos son unos grandes perdedores, y tal vez por eso se llegan a amar (buscar definición de amor en el diccionario), depender, suprimir ilusiones… No hay muchos dejos de optimismo en esta historia, tanto los dos personajes principales como los ocasionales viven por puro estimulo eléctrico. Amalia y el Guamúchil revelan que los seres humanos no somos los campeones del mundo como lo proclamará Freddie Mercury, somos los grandes perdedores del universo. Cíclicamente ha persistido la sensación generalizada de pérdida, la generación actual ya ni siquiera lucha para que los derroten, se dan por vencidos de antemano, el desencanto se vuelve latente en la cultura popular, hasta ha llegado a ser un tema acostumbrado a tratar, pero aún en la falsedad hay muestras de alarma, el vacío está siendo asimilado por todas las culturas, todos los estratos sociales, todos los géneros… Amalia y el Guamúchil crecieron en el corazón de ésta nueva era, lucharon, aprendieron (de la peor manera) y se dejaron vencer, se suprimieron en unos cuantos recuerdos.

Con “Amalia no vendrá” Vizcarra trata inteligentemente y con humor una historia común, pero que toca, que se llega a descubrir por capas, que a pesar de poseer un mensaje desolador se sabe reconfortante: como las grandes historias de amor.

Amalia y el Guamúchil: Dos almas que nunca se tocan.

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“Amalia no vendrá” fue el relato ganador del XXXVI Concurso Latinonoamericano de Cuento “Edmundo Valadés”, 2007.En Literatura Libre ya habíamos hablado de Fernando Vizcarra en esta nota:

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