2 de Noviembre, día en que el país Mexicano aprovecha para celebrar de manera colorida a nuestros (as) santos (as) muertitos (as), costumbre ancestral que nos identifica como el pueblo que se ríe de la muerte, que la acepta en su regazo para convivir en medio de flores, comida y papel picado con figuras alucinantes la simetría de la señora tílica y flaca.

Sobre todo el intercambio del respeto entre la mortalidad y la inmortalidad, la certeza de nuestro mundo con la no certeza del más allá, de la morada de nuestras manos y tibios corazones vitales a las frías gesticulaciones de los brazos de la señora parka, pero entre vino y cerveza, aguardiente y tequila, tamales y tacos, risas y llantos, compartimos la emoción de apasionarnos de los recuerdos de nuestros queridos amigos (as), familiares, padres e incluso de nuestras mascotas.
Es por ello que este día es tan especial para la identidad cultural de nuestro pueblo, la peregrinación de las visitas a los panteones con músicos de banda, tríos e incluso hasta mariachis no se hacen esperar, la familia reunida cantando alegre y por momentos corriendo una que otra lágrima en los rostros, pero aún, a pesar del paso del tiempo y de ciertos modismos no hemos dejado al lado por completo nuestras costumbres.
Y me despido aprovechando que la visita de LA CATRINA me tiende su regazo para pronunciar estos versos dedicados a mi querido abuelo.

ULTIMO ALIENTO

Descansa para siempre…. viejo mío.
Un pequeño tributo a un gran hombre
a mi abuelo Toño.
Un joven rezando un padre nuestro, un joven rogando a Dios que aniquile el sufrimiento de una pobre alma en pena, un llanto, una lágrima, un suplicio, un martirio, un ave María, un Padre Nuestro, un respiro del último aliento, un abrir y cerrar los ojos, un diálogo, un pensamiento en la sombría penumbra que se apodera de cuatro paredes de una habitación, un rosario, un diálogo, un pensamiento, una voz…………
-Te observo postrado en tu cama una y otra vez, conversando con la muerte sobre tus penas y alegrías de esta vida cruel-.
-Tu rostro es imagen de sufrimiento para mis pupilas, que han derramado por ti un océano de lágrimas-.
-Tu cuerpo cada día más se encuentra holgando entre la cuerda floja sobre la profunda pendiente-.
-Tus manos, muestran yagas-.
-Tu espalda corva y envejecida-.
-No, soporto verte más así…
-Por favor, deja de aferrarte a vivir, ¿Qué no ves, que tu agonía me cala hondo hasta el alma?-.

Por favor, querido viejo mío, entrega tu alma a dios, descansa eternamente en el cobijo
Cuánto temor corre por mis venas, el miedo esteriliza mi cerebro al escuchar tus gritos desesperados por el terrible dolor-.
Maldigo esa enfermedad infernal que se apodero de tu cuerpo…-
Cierra tus ojos, descansa y sólo imaginemos que entregaré a tu espíritu un nuevo renacimiento-.

Qué el mundo me perdoné-.
Qué la humanidad sea testigo de que el amor es incondicional, por hacerte entrega de tu trascender-.
Qué dios me perdone-.
Sólo… sólo… viejo mío… descansa que yo velaré por ti, que yo rezaré por ti-.

La llama del fuego producida por parte de una veladora, disminuye su esencia, el llanto de Jesús ha cesado, el infierno se ha acabado, la muerte con su vestido negro, y su funesto aroma se retira para visitar otra morada.
Viejo mío… mis plegarias te acompañan-.
La música celestial de Chopin, y la melancolía de Wagner rendirán tributo al último aliento.
Descansa para siempre… Viejo mío-.

AUTOR: Carlos Humberto Quintero Ríos (TWIGGY)

Texto publicado en el poemario: ENTRE LA CRUELDAD Y LA PARED, VERSOS LIBRES

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