Hace un par de meses me lancé de compras a Walmart pues necesitaba hacerme de todo un arsenal de botes de pintura, brochas y demás, para realizar unas reparaciones en casa. De esas veces que un extingue hasta el último dólar, que ya no puedes gastar más. Pago y justo cuando me encamino a la salida de la tienda me encuentro a María Izquierdo, revuelta entre un montón de cuadros que se ofrecían como “especial”.

Para gusto y disgusto mio tenían una copia de Mis sobrinas a sólo 8 usd. No dudo, la adquiero.

Ya rumbo a casa reflexioné. Un par de semanas atrás había visto ese mismo cuadro vendiéndose a casi 40 usd. y desde la primera vez, lamenté mucho no tener el dinero para adquirirlo; luego, el encontrarlo a 8 usd me hizo pensar que probablemente para muchos de los visitantes asiduos de Walmart, ese cuadro y su artista les eran totalmente desconocidos. De ahí terminar abandonada en la caja de ofertas. No me imaginé de igual manera, alguna copia de El portador de flores de Diego Rivera , del que cabe mencionar, su obra se ha explotado ampliamente como artesanía.

Algo que también lamenté, fue no encontrar nada de información en la envoltura del mismo, es decir, yo sabía que era de María Izquierdo pero no había una etiqueta que me lo confirmara. Cualquier comprador podría tenerlo en casa y ni siquiera imaginar que en su pared tenía a una de las grandes pintoras mexicanas. Ni hablar de aquello de encontrar comercializado en ese supermercado el cuadro y algunas otras cosas como el Pan de muerto, creo que ya es ofensivo. Pero eso, ya es otro tema. Para muestra está la irresponsable de mí haciendo allí tal adquisición, supongo no es tanto mi desacuerdo.

Hace algunos años tuve la oportunidad de visitar una exposición conmemorando los 100 años de su nacimiento y quedé impresionada con los colores y esa manera tan genuina de retratarnos a los mexicanos. Ella logra que sus cuadros sean imágenes vivas de lo que somos, refleja de manera clara la sencillez, tanto que pareciera no hubo esfuerzo. En una tarea no fácil, nos brinda la cotidianidad como un regalo a los ojos. Excelente pintora que no debe pasar desapercibida, mucho menos quedar abandonada en la caja de ofertas en algún supermercado.