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Lenguaje, género y sexo:
La lengua no se hace responsable por las actitudes sexistas de sus hablantes.

antes publicado en Pretensiones literarias

Parte de las actividades que se hacen para celebrar el Día Internacional de la Mujer es el reflexionar acerca del uso de la lengua y cómo ésta podría llevarnos a propagar el sexismo. Como lingüista, estoy de acuerdo en que muchísimas actitudes sexistas son expresadas por medio de la lengua sin estar consciente de ello, pero no estoy de acuerdo con la idea de que el español es en sí una lengua sexista gracias a la abundancia de sustantivos masculinos que son usados para aludir a situaciones que atañen tanto a hombres como a mujeres.

Empezaré ilustrando un principio lingüístico básico: el sistema de la lengua para nada coincide con, ni refleja la lógica de la realidad corpórea, sensorial, existencial (como la quieran llamar). Veamos ejemplos escuetos. En la primaria malamente me enseñaron que el sujeto de la oración es el que desempeña la acción del predicado (quizá algunas personas sigan teniendo la misma noción). Pero ésto no es así. El sujeto no es nada más que el elemento de la oración que coincide gramaticalmente con el núcleo del predicado (ésto es el verbo), desempeñe o no desempeñe el sujeto una acción.

  • La mayoría de los estudiantes estudió para el examen. –> A pesar de que muchísimas personas suelen decir que la mayoría de los estudiantes estudiaron para el examen por pensar que son precisamente los estudiantes quienes hacen la acción de estudiar, la realidad es que, gramaticalmente, decir que “la mayoría estudió” es sintácticamente congruente. La frase “de los estudiantes” sólo sirve como un complemento del núcleo “la mayoría”; entonces si quitáramos el complemento, la oración nos quedaría en “La mayoría estudiaron para el examen”, lo cual no concuerda gramaticalmente.
  • Me duele la cabeza. –> Mucha gente se confunde cuando le pregunto cuál es el sujeto de esta oración. Piensan que el sujeto tendría que ser un “yo” no mencionado. Pero no. Viendo la concordancia gramatical, la cabeza es la que duele, por lo tanto, la cabeza es el sujeto. La cabeza hace la acción de dolerle a un individuo. ¿Raro no?
  • Me gustan las flores. –> Aquí pasa lo mismo. El verbo “gustan” coincide con “flores”, por lo tanto “flores” es el núcleo del sujeto de esta oración. Las flores se toman la molestia de simpatizar, de agradar, y el individuo es la víctima de esa acción desempeñada por las flores. ¿Qué tal? Flores seductoras.

De la misma forma como la concordancia gramatical de los sujetos con los verbos de las oraciones no refleja en lo absoluto la realidad tangible que nos rodea ni las leyes de nuestro mundo, el género gramatical de los sustantivos tampoco lo hace. El género gramatical, así como el número singular o plural, son algunas de las herramientas que la lengua nos da para facilitar la congruencia gramatical y evitar la ambigüedad lingüística. Sin estos elementos fundamentales del lenguaje, entendernos sería bastante más complicado. El género gramatical solamente alude a si un sustantivo, un pronombre o un adjetivo dado es masculino, femenino o neutro, y así, al usar otras palabras que lo describan, deberá ser con este mismo género para lograr concordancia. Sin embargo, el género no remite al sexo de la cosa mencionada (y ésto sólo en caso de que se esté mencionando un ser vivo que efectivamente tenga sexo). Imagínense… las jirafas tendrían así una realidad muy matriarcal en la que los jirafos son poco representados, igual las serpientes, las ballenas, etc. ¿Y el águila en contraste con las águilas? No vamos a asumir la transexualidad de estos animales basados en esta estrategia que el español tiene para evitar enunciaciones del tipo “láguila”.

Muchos sustantivos referentes a seres animados sirven para incluir a ambos sexos. Ésto es el uso genérico o el uso “no marcado” de los sustantivos. Según la Nueva Gramática de la Lengua Española de la Real Academia Española:

la expresión no marcado alude al miembro de una oposición binaria que puede abarcarla en su conjunto, lo que hace innecesario mencionar el término marcado. Cuando se hace referencia a sustantivos que designan seres animados, el masculino no solo se emplea para referirse a los individuos de sexo masculino, sino también para designar la clase que corresponde a todos los individuos de la especie, sin distinción de sexos” (2009: 8).

Y cae la casualidad de que, en el español, el género no marcado tiende a ser el masculino. Sería el caso de ejemplos como:

  • Los estudiantes asistieron a clases.
  • Los alumnos cumplieron con las tareas.
  • El hombre es incapaz de vivir sin oxígeno.
  • Los jóvenes son el futuro.

Y sería muy redundante (y claro, políticamente ULTRAcorrecto) tener que “aclarar” lo ya obvio lingüísticamente (y quizá no tan obvio para algunas personas muy sensibles a la desigualdad social entre hombres y mujeres):

  • Los y las estudiantes asistieron a clases. / L@s estudiantes asistieron a clases.
  • Los alumnos y las alumnas cumplieron con las tareas.
  • El hombre y la mujer son incapaces de vivir sin oxígeno.
  • Los y las jóvenes son el futuro. / L@s jóvenes son el futuro.

¿Conocen esa frase que dice que las pistolas no matan a las personas, sino que las personas matan a las personas? Algo similar sucede con la lengua. La lengua no es sexista, las personas son sexistas y en ocasiones lo expresan mediante la lengua. La identificación de una frase sexista se deberá hacer en base a su contexto y temática, y no por el mero uso de sustantivos no marcados.

 

Por ejemplo, sí resultaría sexista un caso como:

  • Los ingenieros que asistan al congreso podrán invitar a sus esposas, pues que durante las conferencias, a ellas les ofreceremos un tour por la ciudad. –> Aquí, claramente, quien haya escrito ésto asumió que al congreso sólo asistirán ingenieros hombres. Se usa “los ingenieros” de forma excluyente hacia las ingenieras, de la misma forma que está excluyendo de la invitación a las novias, hijas o amantes de las asistentes. Aquí se habría podido evitar el malentendido, no enfocándonos en lo excluyente de “ingenieros” (puesto que ya aclaramos que el término en su uso no marcado tendría que incluir a los y las ingenieros), sino cambiando la invitación de las “esposas” a quizá las parejas, para no tener que escribir la forma más larga de “sus esposos y esposas”.
  • También son sexistas frases tales como “vieja tenía que ser”, “estudiantes mmc (“mientras me caso”), los chistes machistas… y miles de ejemplos más podrían caber aquí, pero, si se dan cuenta, expresiones así nacen no de la lengua, sino de las actitudes de los hablantes.

Fue quizá durante el gobierno del presidente Fox con su famoso “los mexicanos y las mexicanas” que en México se empezó a tomar una excesiva precaución, como si se tratara de salir ileso en un campo minado, al momento de usar sustantivos que naturalmente ya eran incluyentes para ambos sexos. Encuentro muy sensato y enriquecedor el procurar frenar actitudes machistas que suelen escaparse de bocas inconscientes y cerebros automatizados, el intentar erradicar los prejuicios y los aprendizajes culturales que han afectado el crecimiento social de las mujeres. Reconozco la necesidad de ser políticamente correcto al hablar de temas importantes que nos atañen a todos (y todas… ¡oh qué pues! ¿ya les quedó claro, no?). Sin embargo, considero que el pretender cambiar el uso natural (y económico) de la lengua mediante redundancias y rebuscamientos innecesarios (los y las, hombres y mujeres, niños y niñas, licenciados y licenciadas, médicos y médicas, policías hombres y policías mujeres…etc. etc. etc.), o el exceso de querer alterar la gramática de la lengua (alentando a los hablantes a incurrir en incongruencias gramaticales) para lograr una transformación cultural es una estrategia de concienciación equivocada y absurda.

Más información sobre el tema en:

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