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Literatura de diseño

El lado positivo es la democratización que subyace en estas posibilidades. Creo que nunca había estado tan activa la presencia de un autor en las relaciones de emisión y recepción de su obra. Desde su página, desde su blog, puedes accesar a toda una mini enciclopedia de referencias a su trabajo: reseñas, entrevistas, artículos publicados por/sobre él o ella, misceláneos, incluso hasta anuncios incidentales donde presenta su itinerario anual de actividades. Los escritores, al parecer, son gente bastante ocupada. Lo que yo me pregunto es si toda esta cortina de humo es también una instancia legitimadora del trabajo de un autor. Su googleabilidad legitima su presencia en el ámbito de las letras. donde creo que pasamos de lado cuestiones tan pertinentes pero al mismo tiempo tan escabrosas como su calidad, su trascendencia incluso. ¿Ya no importan estas cosas?

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Todas estas reflexiones me llevan al asunto en cuestión: ante este panorama de presencias y ausencias, de marcos de emisión y recepción de obra, ante las relaciones cercanas (ya casi de segundo grado) entre los escritores y sus lectores, ¿no existe la posibilidad de que refinemos y redefinamos los modos y las modas de la escritura? Lo repito, estamos en una situación inusitada. Véanlo de este modo: antes, la posibilidad de diálogo entre un escritor y su(s) lector(es) era reducida, si no es que imposible (piénsese en Salinger, o incluso en DeLillo, o Pynchon), y en la actualidad, sigue existiendo una suerte de relación cortesana con autores consolidados. Pero hay muchos que ya establecen nexos con algunos lectores, más allá del intercambio académico o periodístico, y en ocasiones pueden establecer una relación animosa (procuro ser lo menos romántico posible, y tomo el riesgo con el siguiente dato), incluso íntima, similar a la que estableció el cartero con Neruda: había reciprocidad en los modos como apreciaban los momentos de la realidad. Y si bien este cartero no influyó directamente sobre los contenidos de los poemas escritos por Neruda posteriormente, sí nos presenta un modelo de aproximación a lo que me refiero. Por primera vez, el lector y el escritor están –quizás—en igualdad de circunstancias comunicativas. Algunos escritores no quieren este lazo (algunos otros podrían enloquecer con la cantidad de fan mail que posiblemente reciben) pero hay otros cuya posibilidad de diálogo se puede profundizar, de manera que los contenidos posibles de sus obras se acerquen a los contenidos de deseo de sus lectores.

¿Qué les parece? Existe la posibilidad –y aquí también corro el riesgo de que mi propuesta se parezca a los sondeos que hacen los estudios de mercado para analizar comportamientos de consumo de grupos demográficos—de que un escritor escriba para un público definido. Imaginen que, de aquí en adelante, escribamos específicamente para uno, dos, tres, cinco, diez lectores, únicamente para ellos, y para nadie más. Y que los abordajes estilísticos, formales, narrativos y de trama de las obras sean el resultado de las afinidades, obsesiones, vicisitudes e incluso imaginaciones de estos lectores. Una literatura de diseño, pues, que permita refinar y re-intimizar las relaciones entre autores y lectores.

Debo hacer un breve recordatorio. No se trata de escribir para grupos demográficos, ni de hacer análisis estadísticos (que se puede; la estadística es como una suerte de alquimia contemporánea) que permitan identificar tendencias y patrones en el consumo de lectura, similar, probablemente, a lo que atraviesan autoras como J.K. Rowling, cuando estiman los pros y contras de determinados giros de tramas, inclusiones o desapariciones de personajes, destinos de los héroes, etc. La cuestión central no tiene nada que ver con el seguimiento de una trama pedestre (ahí donde la literatura se convierte en entretenimiento, parte de la cultura popular; nada de malo en ello) sino en la posibilidad de incidir, a través del lenguaje, del intercambio de ideas, de procesos de reconfortamiento y perturbación del tejido intelectual de un lector, por medio de una obra narrativa que se transforme conforme se transforman los procesos de lectura y escritura, en un círculo perpetuo, dialéctico, pero dirigido a individuos específicos, no a potenciales públicos de lectura. Bajo la premisa de que no estoy loco porque puedo imaginar en el terreno de lo real lo posible, creo que es una propuesta interesante.

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3 thoughts on “Literatura de diseño”

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