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Ella sigue dormida, yo sigo soñándola: la presentación que pudo ser

El pasado jueves 8 de julio iba a presentar el libro de Alejandro Badillo en el ICBC. El autor no pudo volar a Tijuana por falta  de identificación. La presentación se canceló. Este fue el texto que escribí para lo que pudo ser…

ella sigue dormidaEstás en la oficina, aburrido, esperando el café y el siguiente libro para revisar. Accedes a tu correo electrónico y encuentras un mensaje de Paty Blake: Se solicita escritor joven para presentar un libro de cuentos titulado Ella sigue dormida, de Alejandro Badillo, el número 381 del Fondo Editorial Tierra Adentro. Te preguntas de qué se tratará, quién demonios es el autor. Abres una página de Google y buscas: Ella sigue dormida coma Alejandro Badillo coma Tierra Adentro. Encuentras un par de entradas que reseñan presentaciones pasadas. De ellas rescatas las palabras soledad, miedo y terror: tus temas preferidos. Inmediatamente respondes el correo, emocionado de tener pronto el libro en las manos: Por supuesto que lo presento, mandas. En la red también encuentras la imagen de la portada: una mujer te pide que guardes silencio: jamás olvidarás esos ojos de óleo, por lo menos en un buen tiempo.

De la vida del autor encuentras datos sueltos: te enteras de que es de la ciudad de México y que nació en 1977, el año en que una de mis guerras favoritas estalló en la pantalla grande: la de las galaxias; que es economista y participó en talleres literarios de la Sogem; que ha publicado en varias revistas y suplementos culturales (Crítica, Punto en línea, Destiempos.com y Letralia.com); que ha tenido un par de menciones honoríficas del Premio Nacional de Cuento Fantástico y de Ciencia Ficción (tú acabas de ganar uno local) y que fue becario del FOECA de Puebla en 2007 (tú lo fuiste en el 2006); que tiene dos libro de cuentos más “Tolvaneras” (Secretaría de Cultura de Puebla) y “Vidas volátiles” (Universidad Autónoma de Puebla). No pasas por alto las coincidencias. Esa noche es la primera vez que sueñas con los ojos de óleo de la mujer de la portada del libro.

Dos días después recoges el ejemplar de Ella sigue dormida. La imagen completa de la portada se revela en la cuarta de forros, te perturba. En ella aparece otro personaje: un hombre, con los mismos ojos aterradores, a punto de morder a la mujer que pide silencio. Vuelves a soñarla. Ahora aparece él. Lanza la mordida, le arranca un pedazo, la escupe, luego se lanza contra ti. Ya no puedes conciliar el sueño.

El camión llega temprano. Otra vez a la oficina. En el camino empiezas a navegar las páginas del libro. Notas la predilección de Alejandro de dividir los cuentos en episodios numerados, lo que agiliza la preparación del ambiente y la lectura. El índice indica que son ocho cuentos. Rigurosamente comienzas por el primero: Huellas, la historia de un hombre que se auto enclaustra después de haber soñado varias noches a un hombre y temer de que se salga del sueño para entrar a  su casa. El hombre encuentra huellas en la nieve, veladoras, un libro subrayado. Las pistas lo llevan a un terrible desenlace circular, al estilo de castigo mitológico.

Despegas los ojos del libro. El camión viene lleno. Te preguntas si te estarás soñando. Te vale madre.

Continúas con el segundo cuento: Cortometraje. A la manera de Huellas, Cortometraje es desconcertante y de final revelador cuando sabes que el hombre que asiste al cine se va dando cuenta de que en la pantalla nada es lo que parece y que es muy fácil dar el salto de espectador a actor de alguna película surrealista.

Llegas a la oficina. Suspendes el miedo por unas horas. Más tarde terminarás la lectura.

Todos los personajes del libro son hombres solitarios. Encuentras dos temáticas más que hilvanan a los primeros cuatro cuentos que componen a Ella sigue dormida, escribes: los sueños y el otro yo. El tercer cuento titulado Historia del durmiente despierto te remonta a algún desierto del medio oriente para conocer a Abou-Hassán y envolverte en una atmósfera erótica y onírica infinita. En López, su otro yo, el protagonista es un inseguro, solitario y hastiado vendedor de autos que levanta a una prostituta, pero esta acción lo lleva a un encuentro consigo mismo, un repaso de sus miedos y a una serie malos sueños. Consideras el final de una primera parte del libro.

Una segunda parte, sigues escribiendo, la representan los cuentos Figuras de azul (un fragmento de la vida de Pupi, un paciente de un hospital psiquiátrico), Bitácoras del naufragio (el descubrimiento de un náufrago que es espiado por unos entes que parecen ser invisibles), Ella sigue dormida (el encuentro de un hombre hastiado que sueña y se inventa a una mujer que luego encuentra en un bar) y La invención del invierno (el secuestro de una niña ciega para salvar la vida de un ser querido). Estas son historias más largas y elaboradas que siguen manteniendo el tema de los sueños y el miedo, pero que dejan en segundo plano el otro yo.

Resumes: el miedo, la soledad y el horror los encontraste manejados de una manera magistral en historias bien elaboradas con atmósferas claustrofóbicas y escalofriantes. ¿Acaso tienes que repetir que no has dormido bien los últimos días?

Esta noche, mientras escribes, escuchas ruidos extraños en el cuarto. Crujidos. Susurros. Culpas al café. Recuerdas que alguna vez leíste que mucha cafeína en tu organismo te vuelve hipersensible y te juega esas bromas. Pero sabes que te mientes a ti mismo porque tienes miedo. Y lo compruebas cuando en la ventana miras a alguien parecido a ti asomándose. Y luego escuchas los pasos. Alguien quiere abrir la perilla. Tú mismo la abres, entras a la sala audiovisual del ICBC y los asistentes te miran fijamente, sin parpadear, esperando. Alejandro Badillo está en la mesa con su libro en mano. Buenas noches, dices, gracias por estar aquí, y comienzas a leer todo esto, y cuando termina la presentación corres porque tu mujer se va a ir al D. F. y tienes que despedirla al aeropuerto. Luego terminas la noche en un bar del centro, extrañándola, quizá charlando con Alejandro sobre autores favoritos, películas de horror y ciencia ficción, y futuros proyectos editoriales. De una cosa sí estás seguro: hoy tampoco dormirás a gusto.

3 thoughts on “Ella sigue dormida, yo sigo soñándola: la presentación que pudo ser”

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