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Presagios bicentenarios

I. Corazones de concreto

Foto: flickr.com/gioser_chivas

Un cinco de mayo la estatua de Ignacio Zaragoza se bajó de la glorieta para embestir a los burócratas que entonaban el himno nacional a sus pies. Además de harto de cagadas de paloma en la cabeza, Nacho no soportaba esos cantos hipócritas, culpables del caos vial matutino. Por eso desenvainó su espada y desmembró a los desafinados barrigones. Por eso montó a su caballo de piedra y huyó hacia el norte. Aguantó batalla hasta donde pudo su corazón de  concreto. Los balazos de los helicópteros lo asediaron hasta desbaratarlo.

Cuauhtémoc es nuestra última esperanza. El tlatoani es paciente. Sabe que cuando la selección gane un próximo partido será el momento oportuno para la revancha. 

 

II. Un soplo al corazón

Un puñado de escritores atizados leemos poemas y minificciones en la Feria del Libro. Somos críticos y experimentales, alternativos e independientes: improvisamos. Es domingo. Domingo significa festejo. En realidad, para nosotros cualquier día de la semana significa festejo: se vale cualquier excusa.

Esta noche terminamos borrachos en el Turis hasta que se acaban las caguamas, ya no nos venden medias y nos corren. Todavía no se termina el playlist de la rockola. Docenas de pesetas invertidas. Y, carajo, falta la de Personal Jesus. Ni modo.

Salimos enfurecidos. Afuera nos espera un comando encapuchado, armado hasta los huevos. Con que muy intelectuales, cabrancitos: Preparan, apuntan, fuego. 

Cuelgan nuestras cabezas en los arcos de la Plaza Santa Cecilia como escarmiento. Yo soy éste que de repente abre los ojos. No te asustes, es un reflejo post mortem. Aunque parezca que te estoy mirando, no pasa nada, ya estoy del otro lado. Aunque es un vicio te juro que ya no vuelvo a escribir: es como un soplo al corazón.

 

Fotografía: Jovana. Tomada de http://www.flickr.com/photos/jovanita/3886590394/

Foto: flickr.com/jovanita


III. Septiembre

Un 16 de septiembre me embargan la casa por falta de pagos. Un 16 de septiembre vago por las calles del centro buscando un motel baratón para pasar la noche. Un 16 de septiembre me detengo en un carrito de tacos varios para ver en la televisión blanco y negro del taquero al presidente pidiendo un grito. Un 16 de septiembre México abuchea, aúlla de hambre y hastío. Un 16 de septiembre me cogí a Tijuana y a la vez supe la hora: las 12.21 y sereno. Un 16 de septiembre decidí matar a la primera persona que encontré. Un 16 de septiembre, con mis manos entintadas de rojo, me acosté en una banqueta de la Revolución para dormir, esperando despertar en otra vida, en otro tiempo, en otro planeta.  

 

IV. Se está haciendo tarde (final en el espacio)

 

¡Bienaventurados los crédulos, porque de ellos será el reino de la ficción!

J. Torri 

Seis. Cinco. Cuatro. Tres. Dos. Uno. Feliz 2012.

El cielo truena. La luz se va en la casa. El piso tiembla. Se escuchan balazos. Esto es fácil de explicar: fuegos artificiales, falta de pago del recibo, un tráiler que pasa a toda velocidad por la carretera, disparos de festejo.

Pero ¿cómo  explicar las naves que aterrizan en el patio de mi casa?  ¿Cómo describirte a los que descienden de ellas? ¿Cómo contarte esta historia para que me creas y no me pienses loco? ¿Cómo convencerte de que nos lo estuvieron advirtiendo?

Esto no es ciencia ficción, camaradas. No es una fumada ni un simulacro: esto es el fin del mundo. Se está haciendo tarde: ¿te subes o te quedas? Abróchate el cinturón. Ahí están las bolsitas por si quieres vomitar. No se te ocurra tratar de sacar las manos. Ponte el casco. Relájate. Gracias por tu preferencia, crédulo lector: disfruta el viaje…

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