Cinemapostillas:
“Bajo California” o lo cardinal vuelto simbólico
I
“El límite del tiempo”, reza el subtítulo. En “Bajo California” (Carlos Bolado, 1998), pues, abruma el espacio, pero el espacio vuelto proceso interno, el espacio vuelto tiempo, de introspección, de transformación.
II
Primer viaje: Norte-Sur. Viaje de Damián Ojeda, un artista plástico mexicano en California. Esposa embarazada: rehúye de su paternidad. Un objetivo: llegar a San Francisco de la Sierra. Sus raíces desconocidas. Y en el intermedio: recorrer, bajar, escapar, huir de sí.
III
Norte-Sur: Viaje en expedición, aún con cierto “imperialismo” gringo. Viaje superficial, rectilíneo. La tierra vuelta camino, carretera. La llanta: recorrido sin contacto, sin alteración. Cámara en mano: fotografía de lo que es. No de lo que fue. No de (en)-lo-que-será. Señales de buen tránsito: “South”, “To the right”, “Next”, “México”, “Km”. Llegar. Simplemente llegar.
IV
Este viaje: un fracaso. Huir de sí colisiona. El flashback del accidente en carretera como acto simbólico no interpretado como tal. Damián chocó, en un viaje superficial, en la carretera, contra su esposa embarazada (sí, era ella, incluso si era otra persona, como parece indicarse). Y al regresar no la vio porque seguía en carretera (entiéndase aquí “carretera” como categoría fenomenológica). No la vio porque no quiso verla, no quiso verla dentro de sí, en introspección. No quiso salir de la carretera.
V
En crisis, a medio camino, Damián acepta el reto: sale de la carretera. Inicio del segundo viaje.
VI
Este-Oeste: Viaje en introspección, transformador. Viaje en ascenso (mirador, montaña) y en descenso (barrancos, cuevas, la descendencia familiar como búsqueda de un conocimiento perdido). Viaje en espiral (conchas-caracol, tiempo-espacio en mutación). Se asume el riesgo: sin orientación, la imagen ahora distorsión; sin camino-carretera y con la vista al mar: la profundidad.
VII
Fuera llanta. Y sin llanta ni carretera, el camino se vuelve tierra. Tierra en transformación: tierras. Fuera señales. Y sin señales ni tránsito, el viaje se hunde en símbolos. Piedras-grabado, paredes-pintura. La naturaleza como espejo interior.
VIII
Si antes la identificación era social, superficial, como cuando el militar le pide una credencial que lo acredite como “artista”, ahora la identificación es simbólica. Damián deviene Jonás, quiere entrar y salir de la ballena: su hogar/cárcel: su esposa, sí, pero, más que nadie, él mismo. Hundirse en sí para después salir de sí, renacer.
IX
Al desdeñar el “objetivo” del viaje Norte-Sur, ahora prevalece el “proceso”. Pinturas que se borran con el tiempo, la tierra que cambia, el cielo que gira, estrellas que se mueren y renacen, tormenta que viene y va: procesos.
X
Damián, como su bebé, (re)nace. Re-egresa a donde su esposa. Un Jonás que, tras entrar y salir de la ballena, vuelve, transformado, a Nínive.