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La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro en México: ¿será un parteaguas?

Habiendo tenido una historia algo controversial, ésta Ley finalmente es promulgada por el Presidente de México, Felipe Calderón, luego de haber sido aprobada por el Congreso el pasado 30 de abril.

La ley trata de enarbolar una serie de acciones conjuntas entre diferentes dependencias oficiales, la Secretaria de Educación Pública (SEP), Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), los Gobiernos estatales, municipales y del Distrito Federal, así como el Consejo Nacional de Fomento para el Libro y la Lectura, entidad creada a partir de éste decreto que participará como órgano consultivo de la SEP.

¿En qué consiste ésta ley?

Uno de los temas centrales dentro de la discusión de la entonces iniciativa de ley, era el llamado precio único de venta para los libros. La ley lo define como:

Precio único de venta al público: Valor de comercialización establecido libremente por el editor o importador para cada uno de sus títulos.

Sylvia Georgina Estrada, nos explica:

…el lector no debe pensar es que “El Quijote” va a costar exactamente lo mismo sea cual sea la edición, lo que se hará en la práctica es utilizar el mismo sistema de precios que tienen los periódicos, que cuestan lo mismo con el voceador, en un local cerrado o en almacenes de servicios.

No obstante, como bien señala Estrada, la ley no actuará de manera inmediata en la práctica. Al igual que en otro tipo de mercados, el mercado editorial (editores, libreros y, claro, consumidores) tendrá que irse permeando de la cultura y disposiciones que la ley señala y de las subsecuentes reglamentaciones u ordenamientos.

Pero la Ley no habla tan sólo del precio único. También se habla, como decíamos, de una serie de acciones articuladas entre las dependencias responsables, con el fin de fomentar -desde sus esferas de acción- la lectura. Muchas de ellas se practican ya, aunque de forma aislada y/o poco eficiente (tal es el caso del Programa Nacional de Lectura). Otras se convierten en propuestas innovadoras en el entorno educativo, cultural y editorial del país.

A continuación resaltamos algunas de las medidas que resultan llamativas dentro de la Ley.

Artículo 4. La presente Ley tiene por objeto:
Fracción VII. Estimular la competitividad del libro mexicano y de las publicaciones periódicas en el terreno internacional,

relacionado directamente con:

Artículo 8. Las autoridades responsables, de manera concurrente o separada, deberán impulsar la creación, edición, producción, difusión, venta y exportación del libro mexicano y de las coediciones mexicanas, en condiciones adecuadas de calidad, cantidad, precio y variedad, asegurando su presencia nacional e internacional.

Sabemos que México representa uno de los editores más importantes de iberoamérica. Sin embargo, la tendencia de importación-exportación no es coherente ya con nuestra propia concepción como productores de cultura. Según cifras oficiales: “las importaciones de libros en 2004 sumaron 393 millones 230 mil dólares contra 128 millones 644 mil dólares de las exportaciones” (Buzio, 2005). La balanza no ha sido tan favorable en los últimos años, como podría serlo.

Artículo 7. Las autoridades responsables emplearán tiempos oficiales y públicos que corresponden al Estado en los medios de comunicación para fomentar el libro y la lectura.

¿Cómo hacer ésto de manera efectiva? Promover la lectura en los medios masivos es una apuesta arriesgada que puede tener filos ocultos. Ojalá las campañas que se elaboren sean realmente arriesgadas (en cuanto a creatividad, claro) y no complacientes. Hace unos meses me aventuré a plantear algunas ideas respecto a esto.

Artículo 10. Corresponde a la Secretaria de Educación Pública:

Fracción VIII. Impulsar carreras técnicas y profesionales en el ámbito de la edición, la producción, promoción y difusión del libro y la lectura, en colaboración con autoridades educativas de los diferentes órdenes de gobierno, instituciones de educación media superior y superior y la iniciativa privada.

Si bien, este esfuerzo sería realmente loable. Pero ¿existe actualmente en México un mercado editorial suficiente como para formar profesionistas en ésta área y que, si no es mucha molestia, tengan oportunidades laborales? No quiero señalar que sean innecesarios. Al contrario, considero que es importante formar a quienes participan en el mercado editorial como editores o promotores. Una parte importante de quienes laboran en éste mercado, no están formados especializadamente, sino que provienen de áreas afines o se dedican a ello a través de proyectos independientes. A mi parecer, una medida de éste tipo debería girar más en la consilidación de las áreas afines (Licenciaturas en ciencias de la comunicación, literatura, gestoría cultural, biblioteconomía, por mencionar algunas muy comunes) y hacia la especialización y profesionalización de quienes ya participan en éste tipo de esfuerzos. Las propuestas vendrán, imagino, cuando podamos ver frutos de ésta ley y sus acciones.

Capítulo V. De la disponibilidad y acceso equitativo al libro.

De los Artículos 21 a 27 se señalan algunas de las pautas a seguir en cuanto a la fijación del Precio único de venta al público, así como las excepciones y sanciones.

Una propuesta interesante:

Durante la ceremonia de promulgación de la presente Ley, el Presidente Felipe Calderón instruyó a Josefina Vázquez Mota (Secretaria de Educación Pública) a que se haga un esfuerzo por empatar la política de vivienda popular que su gobierno ha impulsado para gente que gana menos de cuatro salarios mínimos, para que pueda ubicarse una biblioteca básica en sus hogares. Notimex, vía La Jornada, indica:

Se trata […] de que los hogares de menor ingreso del país puedan obtener un paquete de libros de 15 o 20 ejemplares, con un diccionario, guías prácticas de salud y alimentación, una historia de México, un atlas geográfico, la Constitución Política, cuentos infantiles, cancionero de música y antologías literarias sencillas.

Otra propuesta llamativa. Habrá quienes la puedan tildar de populista, o quienes señalan ya que sería mejor alimentar con ese dinero a la familia beneficiada. En fin, en próximos días podremos ver qué tan polémica puede o no ser ésta propuesta hecha por el Ejecutivo Federal.

Y… ¿se nos ha olvidado algo?

Quizá sí, creo que la ley puede estar cayendo en un error al “amarrar” sus esfuerzos en torno a un soporte fijo (el libro), cuando su fin es el desarrollo de un(a) hábito/competencia/habilidad, así como de un mercado/industria (el editorial) y una sociedad cada vez más cambiantes. Se centran los esfuerzos en el libro como la respuesta, siendo que el libro es tan sólo papel y tinta sobre la que podremos ver quizá las respuestas. La ley adolece en su consideración de otros medios o soportes que también son parte del fomento/difusión/acceso a la lectura… por tanto, a la cultura y conocimiento… por tanto, a un desarrollo individuo/sociedad/nación… etc. etc.

Lo sé. Hablar de e-books, lectores digitales, o nuevos soportes, implica arriesgar el argumento cuando hay escenarios más cercanos y urgentes. Soy un bibliómano confeso, pero también creo que, como nación, debemos ver más allá de lo que ahora tenemos en nuestras manos. Como sociedad debemos entrever también las posibilidades que podremos generar.

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