Los clásicos
Cuando más conocía a Nagasawa, más extraño me parecía. A lo largo de mi vida, me había cruzado, había encontrado o conocido a muchas personas extrañas, pero jamás a nadie que lo fuera tanto. Le ía muchísimo más que yo, pero tenía por principio no adentrarse en una obra hasta que hubieran transcurrido treinta años de la muerte del autor. “Sólo me fío de esos libros”, decía.
—No es que no crea en la literatura contemporánea, pero no quiero perder un tiempo precioso leyendo libros que no hayan sido bautizados por el paso del tiempo. ¿Sabes?, la vida es corta.
—¿Y qué escritores te gustan? —le pregunté.
—Balzac, Dante, Joseph Conrad, Dickens —me respondió al instante.
—No son muy actuales que digamos.
—Si leyera lo mismo que los demás, acabaría pensando como ellos. ¡El mundo está lleno de mediocres! A la gente que vale la pena le daría vergüenza hacer lo que hacen ésos. ¿No te has dado cuenta, Watanabe? Los únicos medianamente decentes de toda la residencia somos tú y yo. El resto son basura.
Fragmento de “Norwegian Wood” de Haruki Murakami.
Sin tanta supremacía, más o menos así pensaba yo hace unos años. Un libro tenía que quedar consagrado, y ser filtrado por el tiempo de la misma forma que los cazadores de oro filtraban toneladas de arena para encontrar algunas pepitas de oro. Pensaba yo que el leer algún libro que todavía se imprimía después de 200 años era garantía de calidad.
Quizá sea cierto, pero varias voces me advertían: “Si, pero debes prestar atención a lo que se hace ahorita. Es donde vives, ¡es lo que puedes cambiar!”. Ahora lo veo claramente, y me preocupa poco si un libro es una gran obra de arte reverenciada durante generaciones. Aclaro, me gustan muchísimo, adoro El Quijote, por ejemplo, pero ahora me dejo guiar más por mi gusto. Si me gusta una novela mala, no me importa, la leo por puro gusto, y me he aventado varias este año. De veras que me ha ayudado el diversificar mi lectura leyendo cosas variadas y cercanas a mí.
Por otra parte, para cuando uno lee los grandes clásicos, ya son noticia vieja. Sus innovaciones han estado junto a nosotros durante décadas, y la vanguardia ya se desplazó hacia otro sitio. Es bueno conocer los orígenes de las cosas, pero debemos salir de ahí…