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Oposición entre idealismo y materialismo: Idea/Objeto/Acción

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La oposición a la dialéctica idealista empieza con la crítica a Hegel y el rechazo a las actitudes dogmáticas favorecidas por el idealismo que impregnó todas las estructuras de pensamiento. Marx es claro e insistente al advertir que las relaciones sociales de producción generan el idealismo una vez que todas las necesidades básicas han sido cubiertas, siendo las metáforas místicas un instrumento para enmascarar realidades sociales que peden abordarse más rápidamente y de forma práctica a través del materialismo dialéctico.En esta crítica a Feuerbach y al idealismo alemán, Marx aprovecha para explicar, por primera vez en una versión completa, su análisis sobre la propiedad privada, cuya primera forma sería la propiedad de la tribu y correspondió a la fase incipiente de la producción y la división del trabajo era la existente naturalmente en la familia. La siguiente forma que se revisa es la propiedad comunal-estatal, que es el resultado de la unión de varias tribus que forman una ciudad, para después pasar la propiedad feudal en donde hay una clase dominante controlada por un monarca en todos los casos.

La producción de ideas y relaciones individuales en sociedad, que dan lugar al Estado, son emanación directa de su comportamiento material. Así, las ideologías, la metafísica, la moral y la religión son sublimaciones del proceso material de vida.

La falla de los idealistas es partir de la imaginación desde el cielo a la tierra para explicar al Hombre, sin alcanzar el saber real y la ciencia real de los hombres en su vida material que es la que crea a la conciencia.

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Feuerbach no concibe al Hombre como “actividad sensoria” sino como “objeto sensorio”, y toma en cuenta a la filosofía como contemplación y al contacto del hombre con la naturaleza le asigna un valor espiritual idealizado sin considerar que la naturaleza es tal por obra de la industria y que sus propios puntos de referencia son producto de los condicionamientos de la ciencia y la tecnología que permiten a los factores naturales una configuración determinada que la conciencia entiende como esencia olvidando los procesos materialistas que obraron para que en la actualidad existiera de una forma específica.El primer hecho histórico es la producción de medios indispensables para la satisfacción de necesidades elementales que incluso requieren de estos aunque se encuentren reducidos a su mínima expresión.

Todo ello conduce a la creación de nuevas necesidades que satisfagan dicha producción, ciclo que se reproduce sucesivamente obligando al hombre a expandir sus relaciones sociales, por lo que al acrecentar el censo humano vuelven a generarse necesidades nuevas y más complejas.

En la concepción materialista de la Historia esta se presenta como la sucesión de distintas generaciones que prosiguen en condiciones diferentes la actividad precedente modificando las circunstancias anteriores, siendo que la Historia es un hecho perfectamente material y empíricamente comprobable en términos de cambios culturales y hechos sociales. Las ideas dominantes sólo son la expresión ideal de las relaciones materiales que a al vez son concebidas como ideas, por lo que las relaciones que estas producen son las de la clase erigida en dominante y se instrumentan como las ideas centrales e su proceso de dominación.

Con la organización de las ciudades aparece la necesidad de la política y se observa la separación de la población en dos grandes clases en contraposición con los villanos aislados de la Edad Media en donde la división del trabajo obedecía a la especialización en varias áreas que los trabajadores debían ejercer al ser su habilidad para desempeñarlos su único capital. El desarrollo del comercio y la manufactura estuvo cargado de significaciones políticas y produjo el surgimiento de la gran burguesía, de sentido capitalista, enfrentada con la pequeña burguesía, de raigambre antigua y consagrada al trabajo artesanal.

Los individuos sólo forman, a decir de Marx-Engels, una clase al verse obligados a sostener una lucha común contra otra clase y es esta lucha la que les da sentido a sus vidas y una trayectoria definida para su desarrollo personal.

La apropiación de las fuerzas productivas podrías llevarse a cabo, en la idea central presentada, por una asociación de todo el proletariado por obra de una revolución que acabe con las relaciones de producción anteriores, lo que permitiría la transformación del trabajo en actividad propia.

El trabajo enajenado

La fuerza de la Historia como dinámica transformadora es la guerra, que, desarrollada antes que la paz (que es un resultado dialéctico de aquella), fue el instrumento para crear e identificar relaciones económicas, maquinaria, trabajo asalariado, relaciones entre fuerzas productivas secundarias y terciarias y el permanente proceso dialéctico entre fuerza productiva y relaciones de producción.

Producto de la sociedad entendida por la economía política, queda el obrero como la más miserable de todas las mercancías, con lo que su miseria es inversamente proporcional a la potencia y a la magnitud de su producción en el contexto de la competencia que da como resultado la acumulación del capital en pocas manos, en el terrible panorama de los monopolios donde desaparece la diferencia entre capitalistas y terratenientes, entre campesinos y obreros fabriles, por lo que la sociedad queda finalmente dividida en dos clases: propietarios y obreros desposeídos.

El concepto de trabajo alienado se refiere a que el objeto que el trabajo produce se enfrenta a él como un ser extraño, como un poder independiente del productor en el proceso de de objetivación del trabajo.

Así, Marx plantea que la realización del trabajo es su objetivación que conlleva la desrealización trabajador, la objetivación como pérdida del objeto y servidumbre a él, la apropiación como extrañamiento y enajenación.

Marx apunta que a causa de esto el trabajador sólo se siente libre en sus funciones animales como comer, beber, engendrar y en detalles mínimos de su voluntad que conciernen a la alimentación y al atavío, y la paradoja en que esto se sintetiza consiste en que, al hallarse desempeñando sus funciones humanas, el trabajador se siente como animal, de manera que lo animal se convierte en humano y lo humano en animal.

En estas condiciones, tenemos que el trabajo enajenado hace del ser genérico del hombre un ser ajeno a él, haciendo extraños para el hombre su propio cuerpo, a la naturaleza con la que debería hallarse en constante proceso, a su cuerpo y a su esencia espiritual.

Al no pertenecer al trabajador el producto de su trabajo, si se presenta ante él como un poder extraño, esto es porque pertenece a otro hombre que no es el trabajador y aquí se estructura el razonamiento, y si la actividad de este es dolor, para aquel será goce y alegría, y esta es una subordinación que se sale del contexto natural para aclarar que sólo el hombre mismo puede ser capaz de ejercer este poder extraño.

La enajenación del hombre respecto de sí mismo y, por eso, de la naturaleza, se presenta en la relación en la que él se presume inserto con la naturaleza, y Marx menciona el ejemplo de la enajenación religiosa que aparece en la relación del laico con el sacerdote o, como una generalidad intelectual, a partir de la relación con un mediador, siendo que en el mundo práctico real el extrañamiento sólo podrá manifestarse mediante la relación práctica con otros hombres.

El medio por el que el extrañamiento opera es siempre un medio práctico por lo que mediante el trabajo enajenado el hombre no sólo produce su relación on el objeto y con el acto de la producción como poderes que le son extraños y hostiles, sino también la relación en la que los otros hombres se encuentran con su producto y la relación en la que él está con estos otros hombres.

Por lo tanto, asegura Marx al acercarse al final del capítulo, el trabajo enajenado lleva al trabajador a crear la relación de este trabajo con un hombre que está fuera del trabajo y le es extraño, por lo que la relación del trabajador con el trabajo engendra la relación de este con el del capitalista.

A partir de esto, la propiedad privada es el resultado, el producto, la consecuencia necesaria del trabajo enajenado como relación externa del trabajador con la naturaleza y con su propia condición.

La producción de los valores de uso y la producción de la plusvalía

La lógica del trabajo es que este es el uso de la fuerza de trabajo al poner en movimiento el potencial del obrero que debe producir valores de uso, es decir, bienes, en un proceso a la par de la naturaleza donde el obrero controla su metabolismo para hacer funcionar las fuerzas naturales que le llevarán a concebir el trabajo como algo que pertenece exclusivamente al hombre, ya que este posee la infinita ventaja de la imaginación que le permite orientar sus esfuerzos hacia la consecución de un producto que ya existía en su cabeza desde antes, dando forma a sus objetivos en el plano del o natural que a la vez complementa el proceso interno con el cambio de forma de lo natural y que es el fin que anima a los capitalistas a comprar la fuerza de trabajo que se manifiesta como voluntad en atención a la creación de un producto de un proceso laboral cuyos elementos simples son la actividad encaminada a un fin, su objeto y sus medios.

El medio de trabajo son las cosas de las que el trabajador se aprovecha para llevar a cabo su trabajo, haciendo que sus propiedades físicas, químicas y mecánicas operen para servir a sus objetivos, por lo que resulta muy ilustrativo sobre el desarrollo del trabajo investigar las herramientas utilizadas para potenciar la fuerza laboral en tanto que el proceso laboral exige a cada paso la generación de nuevas herramientas para solucionar los problemas y satisfacer las necesidades de todas sus fases de crecimiento, siendo que de esta manera los vestigios de tales medios de trabajo son útiles para conocer la historia de las formaciones económico-sociales, fórmula que encontramos en la división temporal expresada en la Edad de piedra, la Edad de bronce y la Edad de hierro para clasificar los diferentes estadios de la Prehistoria.

Una vez que se ha producido un valor de uso existen otros tantos que se integran a él en la cadena de producción convirtiéndose ahora en condiciones de la producción que son objetos filtrados por la actividad laboral, y por ello se excluye a la industria extractiva a la hora de mencionar que incluso los animales y plantas consumidas con productos naturales son productos de procesos de transformación proseguidos durantes varias generaciones bajo el control humano. Son, pues, materias primas sobre las que existe un trabajo anterior que las ha dispuesto para la producción de nuevos valores de uso en conjunción con la fuerza de trabajo en medios que brinden un campo de acción que cuente con las condiciones objetivas requeridas para que todos los procesos acontezcan.

Un producto terminado puede ser medio de trabajo y materia prima en un mismo proceso de producción y su valor de uso puede aparecer como materia prima, medio de trabajo o producto según su función determinada en el proceso laboral y el cambio de las determinaciones de consumo de dicho producto, con lo que los productos, al ingresar a nuevos procesos de trabajo pierden ese carácter para ser factores objetivos del trabajo efectivo estableciéndose diferencias entre el material primordial del que aparece una versión refinada o reconvertida en el producto final, y el material auxiliar, que es consumido por el medio de producción, como es el caso del carbón para la máquina de vapor, el heno para el caballo de tiro, la tintura para l lana o el hilo para la hilandería.

Esto queda claro en el hecho de que el trabajo utiliza a sus productos, consume a sus elementos materiales, su objeto y sus medios, mientras que el consumo individual es el último eslabón de la cadena productiva tras el cual todo el proceso recomienza, el consumo del trabajo agota los medios de subsistencia del trabajo, de la fuerza del individuo que pone en acción todo su potencial, con lo que tenemos que el trabajo consume productos para crear otros productos, muchas veces usándolos para convertirlos en medio de producción.

La idea central del valor de uso es su valor de mercado, puesto que el deseo del capitalista es producir un valores de uso que posea en sí mismo su valore de cambio, que sea una mercancía destinada a la venta que, además, sea más valiosa que el total de los valores de la mercancías requeridas para su producción y de la fuerza de trabajo a la que, para poder usarse, se le adelantó una paga, por lo que se descubre que lo que quiere el capitalista no es sólo un valor de uso sino un valor y, además de todo eso, un plusvalor que permita recuperar ganancia de la compra de la fuerza del obrero que al entregar su fuerza de trabajo entrega su producto, siendo que ambas cosas pertenecieron desde un principio al capitalista que pagó por ellas.

Las materias primas y su uso para generar bienes forman valor en el tiempo socialmente aceptado a partir de medios de uso que se fabricaron con un fin orientado a canalizar su actividad a la producción de productos determinados, proceso en el que sólo cuenta el costo de producción de la materia prima primordial y auxiliar, siendo esta un elemento que absorbe determinada cantidad de trabajo, lo que le permite convertirse en el producto terminado una vez que se ha integrado el trabajo de la mano de obra, lo que agrega su valor al producto final del proceso.

El capitalista da al obrero el material con el cual este pude corporizar su trabajo y así recibir del patrón un salario que garantice su subsistencia gracias a que al haberle dado el capitalista materia prima para trabajar, se la ha devuelto transformada, e agregando a su mismo valor el costo de su fuerza de trabajo.

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