El colmo, burocracia hasta en la cultura
Es indudable que en el país mexicano la burocracia es un medio sumamente habitual en diferentes áreas en las que se desenvuelven los ciudadanos que componen y forman parte de una determinada ciudad del territorio nacional, lo vemos todos los días en el campo de la política, en el campo de la educación, incluso, hasta en el ámbito de la salud, pero es imposible imaginar que hasta en la cultura del ambiente Local, Estatal, y ni se mencione a nivel Nacional, la burocracia es un castillo con una infraestructura bien montada por cierta ¨élite intelectual, y líderes políticos que se filtran en los ambientes del quehacer cultural, incluso hasta artistas que se trepan en las clases burguesas¨.
Y más que una denuncia por derrumbar los obstáculos bien montados por ciertos sectores e institutos a favor de la creación de la ¨cultura para la población¨ crean ciertos impedimentos para que los artistas noveles, la generación nueva con visiones que se remontan a los tiempos de lo contemporáneo, se le llegan a poner gran cantidad de candados para tener la oportunidad de difundir su obra, sea desde la óptica de la literatura, de la disciplina de la música, de la danza, de las artes plásticas, etc, todas la artes en general.
Es lamentable que el Estado (gobierno) no brinde el apoyo suficiente para sustentar proyectos de gran calidad artística, sobre todo, que no se brinden espacios y foros suficientes para que sirvan como un vehículo de expresión e intercambio entre los artistas y público en general.
Por ello es que desde esta tribuna, nos apoyemos los unos a los otros para derrumbar estas actividades negativas que tienen paralizado a nuestro país y que los quehaceres culturales no sean vistos más como mafias bien organizadas por artistas consolidados.
Los jóvenes y las nuevas generaciones que acompañan a nuestro tiempo vienen con fuerza y bastante deseos de superación, pero el problema es que no encuentran el apoyo moral ni económico, por ello es que muchos abandonan sus actividades y emprender el vuelo en otras, sólo falta la creación de movimientos independientes con una buena organización y un sustento en el compromiso de producir compañerísmo. Se necesita un poco más de esfuerzos para hacernos escuchar, para compartir nuestras inquietudes artísticas.
Hágamos escuchar nuestra voz, ya basta de la falta de apoyo y la falta de oportunidades, ya basta con los mismos escritores y artistas consolidados, pertenece este tiempo y este siglo para las presentes y futuras generaciones que se encaminan en perseguir sus sueños. Y los dejo con un pequeño relato, haciendo alarde al formalismo, intelectualismo frío y mal intencionado y sobre todo al ego de ciertos pedantes que se encubren en el quehacer cultural. Si te queda el saco, no es mi intención. El humanismo y la humildad es lo que debe prevalecer en todo artista, y hechemos un vistazo al gran escritor GIBRAN JALIL GIBRAN.
LA MENTE DE UN PESIMISTA.
Vomitamos unos a otros sin poder parar, la risa de nuestras fatídicas almas se trepan en el umbral de nuestras añoranzas. Jugamos en atrapar las cenizas de los violadores de sueños, aquellos impúdicos que blasfeman, que semejan a un charlatán. El mejor postor es aquél pequeño demonio con sonrisa de bueno, sus ojos verdes son como la aceituna acaramelada. Nos vomitamos unos a otros sin poder parar y la risa aún nos gana.
Nuestros perfiles encantados con gramos de coca, y el prejuicio desbaratado, el clérigo junto conmigo, junto con nosotros, junto con las amalgamas de mis colegas recordamos los buenos tiempos, el vino en estas ocasiones es muy especial. Muy sublime para endulzar nuestras alegres memorias.
Pobres impúdicos, pobrecitos aquéllos que mienten con sus corbatas puestas y lindos mocasines. Pobre de aquél escritor que miente en sus palabrerías de mierda. Pobre de aquél poeta que juzga en sus trazos la arquitectura del horror y el frenesí, pobres de aquéllos estúpidos charlatanes, los maldigo, los maldigo en el infierno buitres de cabezas enmohecidas.
Traer más botellas de champán, y de vodka, amigo cantinero que hoy revolcamos al mundo con las frases célebres de mi querido clérigo, pero no te espantes aún, aquí en este pequeño bar no se permiten sermones domingueros ni charlatanerías de doble moral, ni estudios sociológicos, ¿verdad mi querido monseñor?, ya ves, mirarlo con tus propios ojos, el señor clérigo nos da su bendición, vamos apresura tu paso mi amigo, que los vuelos siguen a la orden del día. Mi amigo el escritor se orina en sus propios pantalones, es de suponer. Y el pobre poeta encerrado en el laberinto de palabrerías.
1,000 voltios de estupor, adrenalina en la burbujeante ampolla de nuestros adentros.
Enloquecidos con el frenesí de la roccola saboreamos la música de CORCOBADO, la felación es inherente a nuestra mortalidad, nuestra pequeña mortalidad. El insecto habla:
El poeta traga mierda, escupe y vomita sus absurdas palabrerías.
La literatura es tan solo una grieta en el cáncer de mama. ¿Los escritores son tan absurdos y tan aburridos?, son pequeños bufones vestidos de satín verde. La efervescencia de nuestras manos alcoholizadas, de nuestros paladares encendidos y los bustos inflamados de dolor.
El escuchar un bolero es tan intrigante como una mirada.
Una anciana con calzones de terciopelo bailando con sus clamores, danzando en su propia tumba y los impúdicos tambaleándose entre los unos y los otros. Mientras mis amigos y yo vomitamos los unos a los otros. Y el clérigo sujetando mi copa, brindando por nuestras almas. Mientras que el escritor y el poeta se muerden la cabeza, arrastran sus sesos bajo la orilla de los mártires. La vida pende de un oráculo, según comenta el cantinero, pero soy como el pequeño demonio con sonrisa de bueno, y le sonrió.
El clérigo llora, amedrenta todo a su paso. LA VIDA MATA, MATA LA VIDA.
Y el bolero enfermo envuelve nuestras lágrimas. Y en el bar seguimos los mismos, mis amigos y yo, festejando y aborreciéndonos los unos a los otros, mientras que la pureza se derrite en el encanto de un bolero enfermo, enfermo de dolor, somos unos pobres bufones.